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ACTIVIDAD 1 INTRODUCCION A LA EPISTEMOLOGIA

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Mensaje  MARIA NOEMI AVILA JUAREZ Dom Nov 22, 2009 12:01 am

ACTIVIDAD 1

CONOCIMIENTO: Es un proceso psíquico que acontece en la mente de un hombre, producto colectivo, social, que comparten muchos individuos.

La filosofía analiza, clasifica, sistematiza conceptos, pone en cuestión las creencias recibidas, reordena nuestros saberes y puede reformar nuestros marcos conceptuales, la pregunta por la verdad y justificación de nuestras creencias compete a la filosofía.
Psicologismo. Ha sido el más frecuente a lo largo de la historia de la filosofía las autenticas cuestiones filosóficas se han mezclado con explicaciones ingenuas acerca de la adquisición y desarrollo de nuestros procesos de conocimiento. Esa confusión fue responsable del planteamiento de muchos falsos problemas filosóficos.
El genuino problema filosófico sobre la validez a prioridad de ciertos conocimientos se confundió a menudo con el problema psicológico del origen, innato o adquirido de las ideas. Una confusión semejante revela, en fechas más recientes, el problema de la “constitución” de los objetos de conocimiento. Puede entenderse como pregunta por las condiciones de objetividad y como indagación de los procesos genéticos que conducen a la formación de un objeto en la mente. La primera es una cuestión clásica de la filosofía, la segunda compete a una psicología genética.
Si la confusión psicologista fue predominante en siglos pasados, la sociologista suele serlo en algunos autores contemporáneos. El problema del conocimiento social de las creencias no puede suplantar el de su justificación. Un conocimiento este determinado históricamente no permite concluir su falsedad, ni siquiera su creencia de objetividad; ni su verdad es tampoco garantía de que carezca de condicionamiento social.
Todo esto no quiere decir que los planteamientos filosóficos y científicos sobre el conocimiento no se requiere mutuamente. Pero sólo si no se confunde, si permanecen separados sus preguntas y sus métodos, pueden ser de utilidad reciproca.
El filósofo no puede realizar un análisis de esas nociones sin concentrarlo con las definiciones que proponen los psicólogos. Se trata de conceptos que tienen en la actualidad un estatus fronterizo. No llegan a ser aún conceptos científicos, porque forman parte de teorías que no alcanzan una sistematización completa y no reciben en ellas una definición precisa. Las nociones de creencia, conducta, actitud, intención, razón, motivo, conocimiento, información, etc., suele ser incorporadas a las teorías psicológicas con el significado vago que tienen en el lenguaje ordinario.


ANALISIS DE TEETETES
Casi todos los estudios analizan el conocimiento proposicional, el que se refiere a un hecho o situación expresados por una proposición. ¿Saber implica creer? En el lenguaje ordinario podemos usar “creencia” en por lo menos dos sentidos. En un primer sentido, “creer” es opuesto a “saber”. Si digo creo que hay otra vida, doy a entender que no lo sé. A la inversa, si sé algo, suelo a veces oponer mi saber a una simple creencia; este sentido tiene “creer” cuando afirmamos: no creo tal cosa, la sé. “Creer” tiene entonces un sentido restringido: quiere decir tener algo por verdadero pero sin estar seguro de ello, ni contar con pruebas suficientes. Equivale a suponer, presumir, conjeturar, pero no a “estar cierto”. “Saber” no implica “creer”, en esos casos se emplea “creer” en un sentido peculiar, distinto a su significado común.
Si tomamos “creer” en su sentido más general significa simplemente “tener un enunciado por verdadero” o “tener un hecho por existente”, aceptar la verdad y realidad de algo, sin dar a entender que mis pruebas sean o no suficientes. Saber implica necesariamente creer, pues no se puede saber sin tener, al mismo tiempo, algo por verdadero. Nadie puede saber sin creer en lo que sabe, todos creemos muchas cosas sin que podamos asegurar que las sabemos. Todo saber implica creencia pero no toda creencia implica saber.
Una creencia es verdadera sólo si la proposición en que se expresa lo es. Si, de acuerdo con las convenciones usuales, designamos con la letra p al hecho o situación objetiva al que se refiere una proposición y con la misma letra entre comillas (“p”), a la posición misma, podemos decir que una segunda condición para que S sepa que p es “p” sea verdadera.
Una persona que crea en algo sin ningún fundamento, sin razones que justifiquen su creencia, o bien que crea por livianas o equivocas rezones, no diré que sepa aunque resulte por azar verdadero aquello en que cree.
Quien apuesta a la ruleta porque cree que saldrá un número y acierta, cree que p y “p” resulta verdadera, pero no sabe qué p.

El Teetetes trata del conocimiento como un acontecimiento puramente intelectual, desprendido de sus relaciones con la práctica. ¿Cuál es pues la diferencia especifica del conocimiento? Es el caso del saber, a diferencia de la mera creencia, nuestra creencia están firmemente ligadas, sujetas de tal modo que no pueden escapársenos. Es más valiosa que la creencia correcta, por que a diferencia de ella, el conocimiento es una atadura. Si bien la creencia cierta basta para orientar nuestras acciones en el mundo, sólo si tenemos una garantía segura de que nuestra acción corresponde a la realidad podemos confiar que la creencia no fallará; sólo entonces tenemos conocimiento.
El Menón no propone una definición de saber distinta a la del Teetetes, sólo la considera desde otro aspecto. En ambos análisis el saber es una forma de creencia verdadera y justificada en rezones, pero sólo en el Menón se presenta como una guía acertada para la práctica. La diferencia especifica entre creencia cierta y saber son, en ambos diálogos, las razones en que se funda la creencia, pero sólo en el Menon la justificación en rezones se presenta como una “atadura” de las creencias que asegura su presaban la realidad.
El saber se analiza como una especie del género creencia. La creencia forma parte de una personalidad; está enlazada con otros elementos psíquicos, como motivos, propósitos, razones.
La definición tradicional se aplica a un tipo especifico de conocimiento: el que se expresa gramaticalmente con el verbo “saber” seguido de una oración en acusativo (“saber que tal o cual cosa”).
Definiríamos entonces la teoría del conocimiento como un análisis, clasificación y sistematización de los conceptos epistémicos. La ciencia suele añadir precisión y control racionales a procedimientos cognoscitivos ya usados para resolver problemas de la vida práctica cotidiana. Frente al saber científico, la mayoría orienta su vida por otras formas de conocimiento. El sentido común, la moral, la religión también pretenden suministrar conocimientos. Desde los griegos, la perfección del conocimiento se pretendía lograr en una actitud contemplativa, el interés que de hecho motiva a conocer es el argumento éxito y dotar de sentido a nuestra acción en el mundo.
En la lógica epistémica de Hintikka se toman las nociones de “saber”, “creencia”, ”verdad”, “existencia”, “posibilidad” y otras, como conceptos previos a los que se les concede las relaciones determinadas por el análisis tradicional de saber. El análisis tradicional actúa pues como un supuesto incuestionado de la lógica epistémica.
El análisis conceptual busca, ante todo una clarificación de los conceptos, tiene que partir de los significados usuales de los términos, examinar sus distintos usos en diferentes situaciones, variarlas en ejemplificaciones sucesivas, hasta dar con un núcleo de significado que permanezca al través de todas las variantes.
Claridad, distinción; todo ello en vista a una sistematización. El análisis debe tender a la simplicidad (el menor número de conceptos básicos y el menor número de condiciones para cada concepto) y la precisión (la mayor claridad en las relaciones lógicas entre todos los conceptos). No puede constituir propiamente una teoría; no comprende, en efecto, enunciados generales que sirvan para explicar los hechos de conocimiento. Si puede ofrecer un modelo conceptual que permita una interpretación más precisa del conocimiento.
Considerados en concreto, creencia y conocimiento no son ajenos a la voluntad, ni al deseo; sólo pueden entenderse en sus relaciones con otros conceptos que atañen a la razón práctica.

MARIA NOEMI AVILA JUAREZ

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Fecha de inscripción : 09/11/2009

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